Usted.
SÍ! USTED!!!
No se haga el gil.
A usted es justamente a quien le estoy hablando. Usted… ¿o ya que le dije que era un gil puedo tratarlo de «tú»? Bué, supongamos. SÍ! TÚ! Tú que te consideras un ave fénix por renacer de las cenizas, tú que te sientes todo un felino por caer de pie y tener 7 vidas.
Tú que estás ahora solo.
Sin lamentarte delante de nadie.
Pensando en cómo chucha llegaste a esto.
En qué parte del camino doblaste mal, jurando que lo hacías la raja, sólo porque estabas dando tu mil por ciento.
Cuando veías a tus coleguitas sacar la vuelta, llegar con 15 minutos de retraso, tomarse una hora para desayunar en la oficina, leer lun 50 veces al día. Y tú los mirabas de reojo, le tirabas un par de tallas para no-quedar-mal con la gallá; pero te levantabas una hora antes para jamás retrasarte con un café, contestabas los correos de la oficina desde tu casa, te despertabas y duchabas pensando en las ingeniosas ideas innovadoras que perfeccionaban la gestión de tu área… mirabas tu porquería de título profesional pensando en que si no trabajabas en lo que estudiaste, al menos te habría dado todas las herramientas que el rigor de la disciplina universitaria te habría dado para re-inventarte, re-plantearte, re-decorarte y re-seducir a tus jefaturas.
Tú, que te ofreciste para absolutamente todo, y sólo por un palmetazo en el lomo. Sí, tú, que esperabas que te pagaran las horas extra… pero si no te las pagaban FILO!!!! Porque eras 4WD, un elemento de confianza, imprescindible (y por último, qué rotería, qué desgaste, estar peleando 10 lucas de tu escuálido sueldo a fin de mes: ay, no, no revisé el depósito, qué latita, tiene prioridad 3 millones).
Porque la prioridad número uno no era realmente la tuya (si no, habrías trabajado para la fundación «Tus Hijos») sino por la prioridad del resto omniprescente: La Compañía, tu área, tu departamento, y en el peor de los casos, por la prioridad de tu Jefe.
Entonces , no contemos los billetes de a luca: lo más importante es que usted Jefe, cuenta conmigo de lunes a lunes. O sea, VA-LOR!!! Ni se le ocurra pensar en lo contrario.
Es que, usted sabe, pues Jefe… soy TAN PERO TAN inteligente, que antes que usted me pide algo, yo ya tengo un informe listo, con auto filtro (porque usted no tiene pichula idea de Excel), lo subí al DataWareHouse que creé el mes pasado, y lo preparé en una presentación en .PPT para su Gran-Gran-Jefe. Y gratis, porque aunque haya trabajado un fin de semana en la wevá, en vez de cuidar a mis cabros chicos, no le voy a cobrar un peso por la tontera (porque, definámoslo así, definitivamente es una soberana tontera), y peor aún, usted ni si quiera me lo pidió: a mí se me ocurrió la wevá en la ducha antes que usted me lo pidiera sa-bien-do-que-me-lo-i-ban-a-pe-dir.
Sí.
Tú.
Tú que empezaste a fumar de nuevo, tú que no puedes quedarte dormido antes de la una porque tus niveles de adrenalina son tan pero tan altos que es como si tu país estuviera en guerra. Como si estuvieran a punto de bombardear tu casa.
Tú, que no pierdes la fucking estúpida esperanza, que sueñas con el día en que el Gerente te mire con un puto guiño y te diga: sabi’ qué? Te la jugaste demasiado… me sorprendiste! Jamás esperé algo así de ti. Te necesito, eres ultra eficiente, aumentaste la producción, y tu capacidad de inventiva y re-inventiva de soluciones que-pen-sas-tes-en-la-du-cha te hacen merecedor de UN ASCENSO!!!
Y ese día que tanto esperaste. Que se te inflara el pecho, que te mantuvieras digno, que todos ahora también te sobaran el lomo, había llegado.
Síiiiiiii, obviamente que eres túuuuuuuuu.
¿Y sabes por qué eres tú?
Porque ese día. Ese díaaaaaaaaaaa.
No llegó.
Y el conchazo que te diste cuando supiste que ese día no sólo no llegaría, sino que no llegaría jamás ahí… fue tan pero tan grande que nada más que agarrarte a ti mismo a charchazos por la eternidad jamás habría sido suficiente.
¿En qué mierda estabas pensando? ¿En que en esas comidas de reconocimiento, los que iban, iban por reconocerte a ti?
LO-LY
Iban porque los obligaba el protocolo.
¿Pensaste, que tu Mandamás no iba a aumentarse el sueldo para darte un incentivo a ti?
Putas que eres gil.
Gil e imbécil. O como diría mi abuelita: bastante inocente (siempre he admirado su diplomacia) . «No confíes en tus dientes porque cuando los dejas en libertad te muerden la lengua».
Sí.
A ti te hablo.
A ti que abandonaste a tu familia, a tus sueños más locos, a tus noche de conversación…y no por exactamente una palmadita en el hombro, ni menos por un puñal en la espalda: por una espada completa en medio de los dos omóplatos que ahora, exactamente ahora, te tienen sin poder respirar del dolor.
A ti, que los últimos segundos que te quedan en esta última tarada postura, te escribo.
Para que de una honesta vez, te desahogues y te dignes al menos a vomitar en letras todo tu exorcismo liberador.